sábado, 5 de octubre de 2019

Transiciones

El
 tiempo 
   me 
      ahoga. 

Es algo irremediable, esta languidez en mis letras, esta rabia ante las palabras de alguien más inocente. Y me enfado. Aunque a nadie le interese. E intenté escribir bajo un seudonimo, y luego firmé con mi nombre y llegué a una conclusión: jamás podré ser yo misma. ¿Quién soy?


Me he dibujado de mil formas, la actriz aquella, el teatro, luces, cámara y acción. Y actuar, y creerse el papel y dejar que lo crean.
 El mundo se reduce a la supervivencia del más fuerte y así lo viví hasta llegar a una conclusión: lo único cierto que sé es este miedo a la vida, estas ganas de vivir, el deseo de lograr que valga, hacer que valga la pena, y la coraza que puse a mi corazón hace muchos muchos años. Una barrera inquebrantable de incertidumbre y preguntas que jamás tendrán respuesta, la duda eterna del condicional, de la no certeza, de los giros incontables y de la ausencia de ti... Hay tanto miedo dentro mío... tanta fuerza a la vez... Nada puede derrumbarme, pero yo no puedo derrumbar los miedos, nada puede lastimarme, pero yo no puedo dejar de atormentarme con lo que he vivido y viviré por mi mente destrozada, por mi adicción al caos, la afinidad al desastre que me persigue desde el día que nací. Mi madre me contaba que el día que nací la enfermera me puso en sus brazos y lo primero que hice fue suspirar con tanta tristeza que provoqué su llanto, y acto seguido se puso a llover. Luego lloré durante horas y nadie sabía lo que me pasaba. El inicio perfecto a una vida de tragedias. La comedia viene por sí sola. A veces no sé si existo. ¿Soy un personaje? ¿Estoy siendo honesta conmigo misma, con el mundo? Solo sé algo, así voy a concluir esta nota.
Domingo 14 de Abril de 2012: Luces, cámara y acción. Se abre el telón y los personajes salen.


Karen T.