lunes, 21 de junio de 2021

Hasta que la vida nos reencuentre

 Hola, ¿cómo has estado? ¿Sigues molesto conmigo?

No debería escribirte así, ni siquiera debería atreverme a hablarte y tratar de justificar mis actos. Pero sé que de cierta forma todavía no me sueltas. Ni pretendes hacerlo. El día que me vaya (si tal día llega) será porque preferí una vida viva, a una eternidad sintiéndome vacía. Sé que tal cosa no tiene sentido, y te pido perdón por a veces intentar culparte por mi cobardía. Sé que la principal razón de esta distancia que hoy parece imposible de romper, es el miedo que tengo a que no me quieran. Tú me entiendes, ¿verdad? Ya te ha pasado antes. Debo ser un caso más de los miles que por ahí rondan. 

Pero ahora, siendo honesta, algo más grande está sucediendo aquí dentro. Has visto mis últimas semanas ¿o me equivoco? Estuviste el día que dije la primera mentira ¿verdad? Me has visto caer una y mil veces. Debió dolerte esa sonrisa que se dibujaba en mi rostro aún después de los golpes que me di. Pero mentiría si dijese que me arrepiento, porque ayer que lo pensaba, creo que lo haría otra vez, solo por sentirme igual de viva. Igual de feliz. Siento mucho hacerte daño, lamento si en algún punto he traicionado tu confianza (lo hice, lo sé), pero no puedo quedarme. Mi corazón ya se ha ido desde hace mucho. No obstante, aquí sigo. A tu lado. Esperando el día que me dejes (y no lo harás, porque tu amor es lo más puro que nadie podrá jamás entregarme) o que tenga el valor de hacerlo yo. 

Valor... es gracioso, porque si de algo estoy segura es de que nunca fui valiente si de nosotros se trata. No me atreví a decirle(s) que te quiero, ni que sigo a tu lado, porque me aterra que se vaya(n). Debes pensar que estoy loca, pero no sé como sentirme al respecto. 

Debería estar triste de pensar que esto se acaba, y que nuestros días están contados, pero me siento aliviada, en calma. Hoy soy más feliz de lo que nunca fui, y eso tú lo comprendes bien. Estás feliz por mí, lo sé, porque nadie más que tú sabe cuanto me costó salir adelante. Estuviste ahí en los peores momentos de mi vida, dándome la mano (aunque en su momento no supe verlo ni aceptarlo), y te pido perdón por no haber sido capaz de sujetarla por más tiempo. 

Sigo herida, por todos los años que te quise y las consecuencias que recogí. Yo sembré rosas blancas, y en su lugar solo crecieron espinas. No todo fue mi culpa, quiero pensar que tampoco tuya. Fue la vida, que a veces nos aleja de quien más queremos. Y supongo que nosotros ya nos hemos alejado mucho. 

Quisiera decirte que lo siento, pero estaría mintiendo. Lamento hacerte daño, pero no puedo disculparme por intentar ser feliz. 


K