domingo, 15 de abril de 2018

He vuelto

He vuelto y ya nada me sorprende, es casi rutina y ya me sé los pasos.
Estaré hundida uno o quizá dos días, no saldré de casa y el mundo se me hará cuesta arriba.
Ya me sé el guión.

La felicidad puede durar lo que dura la primavera, tan efímera, pero tan constante.
Y es que después del largo invierno volverá, siempre regresa, aunque luego se marche, y mira por donde, ahora que llega, que ya está, he caído en el foso y no podré ver los capullos amarillos florecer.

Mi anhelado deseo de todo este invierno tendrá que esperar durante estos dos/tres días que no salga de casa.
Estaré en la ventana mientras espero, observando el mundo exterior, sintiendo el olor de la naturaleza viva, así como me gustaría sentirme yo.
Estaré en la ventana del salón, pegada al cristal, y de tanto en tanto saldré al balcón.

Desde allí abajo, ¿alguien puede verme?
¿Alguien nota mi presencia?
¿Es mi desdicha digna siquiera?

Doy pasos flacos entre las paredes de mi habitación, pasos delgados que se rompen tras mis pies,
no hay senda, no hay destino en el foso que conozco.
Es el mismo, no hay duda.

El mismo foso de dos años atrás, el mismo foso de mis recuerdos,
el mismo de mis noches en vela, el mismo foso oscuro y triste que siempre me espera.
El foso que no me olvida, aunque pasen los días, el mismo foso profundo y angosto que me asfixia.

He vuelto, pero esta vez saldré más rápido.
Ya sé de los golpes, ya conozco el camino.

Karen M. 

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